Y qué será de mí cuando te alejes
o cuando me aleje yo
del resplandor de tu presencia,
qué será de los dos
cuando sólo tengamos nuestra ausencia.
Yo extenderé hacia ti
las manos del recuerdo y la nostalgia
ya no para tocarte una vez más,
ya no para seguir acariciándote,
ya no para el amor,
ya no para el adiós siquiera;
sólo para atrapar la luz
como un espejo.
Extenderé mi piel
entre tu piel perdida y la distancia,
inventaré un dolor
entre mi cuerpo y tu reflejo
antes de que se instale en mí la nada,
antes de que la oscuridad
se trague la última verdad entre nosotros:
que era mío el fulgor
que tanto iluminaba tu figura,
que fue tuyo el destello
que hizo brillar mi voluntad
y mi estatura.