viernes, 24 de diciembre de 2010

Cadenas

Imagen: Chema Madoz
Al subir cualquier peldaño,
en cualquiera de estos ciclos
que parecen abrirse por costumbre,
comprenderemos de pronto
que aquello que puede separarnos
es el eslabón más fuerte.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Las manos vacías

No sabía cómo darme las gracias. No había nadie más, sólo yo estaba allí. Palabras como puentes de mi boca a la suya. Nunca se regresa al mismo lado de un puente. El viajero lo cruza; el suicida se arroja justo en el centro. La simetría no deja lugar a la esperanza.
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Siempre hubo un suelo blando bajo tus pies, me dijo. Alguien te puso siempre una piedra debajo de cada paso, sólo has tenido que saltar. Reproches como sonrisas, manos extendidas como barandillas podridas ante el vacío.
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Siempre hay una piedra esperando el paso decidido; pero, eso, sólo se sabe un instante después del propio salto.
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Miro hacia atrás: un camino de puntos suspensivos. Un espejo de agua interminable delante mío. He sido un saltimbanqui audaz empujado por el miedo. He saltado mil veces sin ver suelo. Él también saltó, yo lo recuerdo; pero es fácil confundir a aquel que fuimos con el hueco de nuestra propia soledad.
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No sabía cómo darme las gracias; no sabía qué darme. Yo estaba allí y él tenía las manos vacías. La nada no se ofrece; se arroja, como el desprecio o el suicida.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Hay un destello de escamas

cuando dices mi nombre

Hay un pez escondido

en tus palabras

A veces

cuando miras,

un instante después

casi vuelta la cara

centellea

fugaz

detrás de tus pupilas

Cuando vas a negarme la revancha

poco antes de dejarme

plantado con mi herida

lo intuyo nadando

en tu garganta

Hay un pez que se agita

en las redes tupidas

de tus dedos

un pez escurridizo

a mis deseos

un pez a contrapelo

que arrastra mi desorden

que peina mis insomnios

que quema mis desvelos

Hay un pez que duerme

debajo de mi sombra

que deja de moverse

cuando apago mis sueños,

pero quiero mirarte

enciendo el sol

y vuelve a ser destello

Llevo años persiguiéndolo

del centro de tu vientre

hasta la punta negra de tu pelo

en los mismos confines de tu lengua

mordiéndole la cola

de tus besos.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Lo efímero

Al otro lado del ser está la nada
no hay cruz sin cara.
Dure el paseo lo que dure por la orilla del mar
ese mismo tiempo que somos nos separa de todo
y de la playa.
Miramos nuestra huella como algo perdurable
y marcamos con fuerza nuestro miedo a no estar
un paso más allá de ese momento
pero basta una ola para llevarse el hueco
de todos los empeños.
Para la eternidad
quizás mejor lo efímero.
Disolverse en el agua y en la arena
olvidar que fuimos
sentir con fuerza
que somos parte
de todos los momentos.
Fotografía: Chema Madoz

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Cruce de rumbos

Un barco parece ser un objeto cuyo fin es navegar; pero su fin no es navegar, sino llegar a un puerto. Nosotros nos encontramos navegando, sin la idea del puerto al que deberíamos acogernos. Reproducimos así, en la especie dolorosa, la formula aventurera de los argonautas: navegar es preciso, vivir no es preciso.

Pessoa, Fernando - 'El libro del desasosiego'

A veces
-o siempre un rato de todos los momentos-
no quiero puertos:
horizonte abierto,
soledad,
ni reglas ni concierto,
ni yo mismo:
el otro,
el que se fue y no ha vuelto.
-
Abro una botella de ron,
miro la noche plagada de estrellas...
-
Para navegar sin rumbo
mejor alejarse de la propia estela.
Cualquier camino tiene un punto a lo lejos:
un naufragio, una isla que emerge...
...una linterna roja.
-
Cruces en medio de la nada.
Ja, me dice;
risa cálida, acento conocido...
Todos los rumbos convergen.
Ja, me digo;
qué cerca de mi estela, qué descuido.
Pero me alegro
y brindo.
-
Miro la botella de ron,
abro una noche plagada de estrellas...

miércoles, 27 de octubre de 2010

La línea del destino

- ¡Cuéntame una imagen! -se me ocurrió de pronto.
A veces, mejor no preguntar.
-Una línea roja -me dijo rápido.
-¿Y...?
-Y tú, y yo; cada uno a un lado.

jueves, 21 de octubre de 2010

El lugar donde fuimos felices II

Una vez al otro lado sólo hay que cerrar la puerta. Después es fácil ponerse a andar, es obvio el rumbo; el horizonte siempre es uno: inequívoco, esperando. Después del segundo paso el ritmo toma las riendas y el tiempo ya no importa. Así llegamos a ese lugar donde la luz se confunde con el techo que nos cobijó, donde todos los rostros se parecen a los hermanos que dejamos atrás, el silencio a una nana, y una sonrisa a la madre que no acudió nunca a despedirnos.
Al lugar donde fuimos felices se llega siempre sin planos y con las manos abiertas, y siempre un paso antes de pisar su tierra. Aprender a nombrar las cosas que ya eran nuestras es el único trabajo que allí existe; vestir las realidades por la noche, desnudar los sueños cada día, leer en el reflejo, pescar sobre la línea del horizonte...
Tarde o temprano, cuando se deja de andar, hay que volver a recordar cómo éramos encima de una silla, imaginar de nuevo qué hacer con los pies: tan largos, tan distantes de nuestras palabras, tan parados. Siempre, en el lugar donde fuimos felices, suena un chasquido, una palabra antigua, alguna voz lejana o un reflejo súbito con sabor a infancia; y una puerta se abre, como si nada, como si hubiera sido un siglo o un instante apenas.
Del lugar donde fuimos felices se sale siempre con las manos vacías, con toda nuestra luz cargada en las espaldas y una sombra larga, y un paso por detrás, siempre, de nuestra partida.
Siempre hay un momento para partir de nuevo. También llega el otoño al lugar donde fuimos felices.

lunes, 11 de octubre de 2010

martes, 14 de septiembre de 2010

Abre la mano,

déjalo ir.

El aire.

Somos seres de paso.

Todo lo que tuvimos

se alejó algún día;

sólo su vuelo

es nuestro.

Para aferrar la luz,

la mano abierta.

Solo la sombra

en la distancia

es cierta.

Más allá del presente

está el pasado.

El futuro

es un punto de contacto,

un intercambio.

Disgrégate mil veces

para ser uno siempre.

No te desdobles nunca;

Un eterno reencuentro,

un camino sin cortes.

Abre la mano,

déjalo ir.

No te quedes con nada

si has de tenerlo todo.

Somos seres de paso

por un camino

siempre de regreso.

Sólo el cansancio

la rutina y el miedo

nos engañan,

y nos hace creer

que estamos quietos.

jueves, 22 de julio de 2010

El lugar donde fuimos felices

Mañana, poco después del atardecer, zarparé siguiendo un rumbo que ya seguí una vez, hace tiempo. Dentro de unos días, poco después del amanecer, llegaré al puerto de un lugar en el que una vez, hace mucho tiempo, fui feliz.

Todos saben que no es aconsejable regresar al lugar en el que se fue feliz; lo importante es comprender que en ese lugar, por debajo de la felicidad que al final lo cubrió todo como un recuerdo, también sufrimos, anhelamos, reímos y lloramos.

Ese lugar, las coordenadas exactas de aquel regusto a felicidad, están ya fuera de todos los mapas; sólo existen dentro de nosotros.

Mañana, poco después del atardecer, pondré toda mi atención a la hora de zarpar, llenaré mis ojos con el rojo y el oro del horizonte, respiraré toda la sal del mediterráneo y dejaré que las luces lejanas de la costa acaricien y arañen mi piel y mi alma antes de desaparecer bajo el agua negra. Cuando la silueta de la costa se dibuje al amanecer, cuando entre en el puerto, cuando llegue de nuevo a ese lugar, contendré mis latidos, mis ganas y todos mis sentidos para conseguir, por un instante, ver de nuevo aquel otro amanecer, entrar de nuevo en aquel otro puerto, llegar de nuevo por primera vez a aquel lugar en el que fui feliz. Después, no me dejaré engañar por el paisaje. Él no estará, no estarán ellas. De aquel espacio no va a quedar en este tiempo piedra sobre piedra.
Vuelvo a buscar aromas, colores, atisbos, pistas de una felicidad que fue capaz de nacer entre heridas, risas y lágrimas de otros tiempos, en una isla que quizás aún se parezca algo a esa a la que regresaré pronto, un poco después del amanecer.

jueves, 15 de julio de 2010

Nuestro amor,
como todos,
es un juego de espejos.
Nuestro amor,
dos amores
con cierto parecido,
dos pasiones iguales
a fuerza de mirarse,
dos deseos tumbados
en la misma cama,
dos sueños esparcidos
en el mismo sentido.
Nuestro amor,
dos historias
sujetas a un pasado,
dos estelas sin barco,
un horizonte duplicado,
paralelas eternas
dispuestas a encontrarse
en un beso recóndito
detrás del infinito.

martes, 29 de junio de 2010

Lo que han visto los ojos

Miramos para otro lado,
olvidamos lo que nos contaron,
justificamos lo que hicimos,
terminamos tragando lo que se nos anudó en la garganta...
Pero, tarde o temprano,
el corazón nos devuelve
lo que han visto los ojos.

viernes, 25 de junio de 2010

El séptimo día

Todas las cosas estaban ya creadas la mañana del sexto día:
el mar y el desierto,
el fuego y la nieve,
la piel y los labios,
la sangre y el hierro,
el diente y la garganta...
Dios estaba tan cansado, y aún faltaba lo más duro:
el bien y el mal.
Entonces, Dios creo al hombre;
y al séptimo día pudo descansar.

martes, 15 de junio de 2010

Fui llegando, irremediablemente, poco a poco, cada vez más cerca, intuyendo primero el continente, el país después, la costa, la boca del puerto, el malecón, el hueco de mi amarre...

Fui llegando como si lo tuviera todo ya premeditado, como si alguna vez lo hubiera deseado, como si yo lo hubiera ido buscando.

Pero no fue así; no es cierto.

Llegué porque todas las aguas de la tierra, todas las cruces del sur y todos los carros de la osa, el universo entero fue cediendo como un colchón de plumón blanco de albatros hacia un hueco recóndito abierto para que, en un momento milimétricamente preparado, se encontrara la madera mojada de mi casco con la madera mojada del muelle.

Un golpe seco.

Tierra.

martes, 27 de abril de 2010

Puertas

¿Qué hay al otro lado de todas las puertas que nunca hemos abierto? ¿A dónde dan las puertas que nos quedan por abrir?

Nada nuevo hay detrás de ninguna puerta; su única finalidad es dejarnos pasar para que podamos mirar desde el otro lado.

Ninguna puerta cierra ningún paso, ni lo abre. La diferencia entre cualquier paso y el paso que damos a través de una puerta es nuestra voluntad; es allí donde se abre un mundo nuevo.

La desesperanza es una niebla que nos impide ver las puertas que esperan entreabiertas.

miércoles, 14 de abril de 2010

Hay palabras que rompen los azules
como un muelle abierto al horizonte,
palabras desde las que siempre
se parte hacia muy lejos.
Hay palabras que flotan
como un malecón caliente de madera,
palabras donde crujen las mareas
y a las que se llega siempre
con un viaje largo a las espaldas.
Hay palabras de piedra
en las que rompe el mar
y se rompe la tierra,
palabras ancladas
de las que nunca se parte
y a las que nunca se llega.
-
(Fotografía de Juan García Gálvez)

miércoles, 10 de marzo de 2010

A veces se olvidan.
Las respuestas seguras
los gestos cotidianos
las preguntas correctas
las verdades aprendidas
las mentiras pactadas
las promesas juradas
los besos
las caricias
las palabras precisas
el miedo
las heridas
el camino de casa
el puerto de salida...
A veces se olvidan todas esas cosas pequeñas que nunca creímos guardar en la memoria.
No murieron las flores que llevábamos ni perdimos el calor de nuestras manos, y el sol, por detrás de la niebla, sigue saliendo cada día.
Seguimos caminando atónitos, perplejos, preguntándonos dónde nos habrán llevado nuestros pasos cuando la bruma escampe y regrese a nosotros la memoria.

viernes, 12 de febrero de 2010

La libertad

Amabas mi libertad
y amarraste a ella el hilo de tu alma.
Mi libertad,
ansiosa de paisajes nuevos,
siguió entrelazándose a mil labios
que andaban tejiéndose en amores,
destinos, ausencias y deshoras.
La libertad es un tapiz inmenso.
En una esquina nos unió la dicha;
el dolor nos separó en el centro.

miércoles, 10 de febrero de 2010

La indecencia

Tocar sin dejarnos ser tocados, negar nuestro deseo en el del otro, mirar el horizonte por la rendija de la persiana...
La indecencia es la ropa que nos ponemos ante los demás para hacerles creer que nosotros no somos así.

miércoles, 20 de enero de 2010

Diferentes

Mienten los que dicen que todos somos iguales.
Es el miedo a reconocer la verdad lo que les mueve a decir eso con vehemencia; la verdad de que, en la infinita pluralidad en la que flotamos, todos somos lo mismo.
Lo único que nos diferencia es hacia dónde miramos.

lunes, 11 de enero de 2010

Re-cordare

Recordar es algo más que un simple ejercicio de la memoria; es un arte filosófico, una ocupación sagrada.
Re-cordar significa volver a pasar por el corazón.
Los dioses perdonan a los hombres el despiste, la mirada fácil, el momento de nuestra vida en el que se nos escapó ese instante sublime donde algo o alguien ardió tembloroso por nosotros; pero el recuerdo es su néctar más preciado y no perdonan jamás que se derrame.
Podemos creer que el hecho que nos acontece no es nuestro, pero el recuerdo no puede escapar a esa mentira.
Podemos decir que "aquello" nos pilló por la espalda, pero el recuerdo sale siempre de nuestras manos.
Cualquier maestro en el arte de la memoria sabe que un recuerdo, bien evocado, es el mejor combustible para poner de nuevo en marcha la vida.
Los recuerdos que no arden, los que no consiguen que miremos adelante, sólo son lastre, carga inútil esperando el tiempo del naufragio.