domingo, 29 de abril de 2012

Tiempo de lluvia - II


Llueve

y el tiempo se aquieta
detrás de los cristales 
y el cielo estalla en burbujas
redondas sobre el suelo



Llueve

y todo se ha llenado de islas
que quieren encontrarse 
naufragios de luz
mundos abiertos

viernes, 27 de abril de 2012

Tiempo de lluvia - I


Llueve

y la primavera se ha quedado fuera
como el amigo que llegó tarde al concierto
como la amante que olvidó el número de habitación
como el pájaro que encontró la jaula abierta.

Llueve

y todo
la vida
se ha quedado al otro lado del agua.

viernes, 20 de abril de 2012

El instante en el que el porvenir nos penetra

“Por eso pasa la tristeza. Lo nuevo que está en nosotros, lo recién llegado, se nos entra en el corazón, se desliza en su cámara más recóndita, y ya tampoco está allí: está en la sangre. Y no alcanzamos a saber lo que fue… Sería fácil hacernos creer que no sucedió nada. Sin embargo nos transformamos como se transforma una casa en la que ha entrado un huésped. No podemos decir quién ha llegado. Quizás nunca logremos saberlo. Pero muchos indicios nos revelan que el porvenir entra de ese modo en nuestra vida para transformarse en nosotros mucho antes de acontecer. Por esto es tan importante permanecer solitario y alerta cuando se está triste. Pues el instante aparentemente yerto y sin suceso en que el porvenir nos penetra, se halla mucho más cerca de la vida que aquel otro momento, ruidoso y accidental, en que el futuro nos acaece como si proviniese de fuera.”
Rainer Maria Rilke

lunes, 16 de abril de 2012

Volver

Porque de pronto una nube nos recuerda a un pedazo de cielo, de ese cielo que mirábamos de niños; porque el agua salpica a sotavento; porque el silencio suena como un nombre, ese que llevamos siempre en la punta de la lengua; porque en lugar de hablar solos al anudar un cabo descubrimos que andamos canturreando una canción, aquella que se embarulló en una cinta de cromo; porque babor se parece a la acera de tu casa y de la popa a proa mis tumbos comienzan a querer ser caminar; porque recordamos que una vez hubo un puerto de destino... sabemos, de pronto, que vamos a volver.
Antes de que lleguemos a tocar el timón, la tierra entera cambiará el rumbo. Mañana, queramos o no, cuando otra nube nos recuerde el puerto al que queríamos llegar, descubriremos que estamos de regreso.
Volvemos siempre a nuestra vieja casa, y nunca es el mismo lugar.