A veces se olvidan.
Las respuestas seguras
los gestos cotidianos
las preguntas correctas
las verdades aprendidas
las mentiras pactadas
las promesas juradas
los besos
las caricias
las palabras precisas
el miedo
las heridas
el camino de casa
el puerto de salida...
A veces se olvidan todas esas cosas pequeñas que nunca creímos guardar en la memoria.
No murieron las flores que llevábamos ni perdimos el calor de nuestras manos, y el sol, por detrás de la niebla, sigue saliendo cada día.
Seguimos caminando atónitos, perplejos, preguntándonos dónde nos habrán llevado nuestros pasos cuando la bruma escampe y regrese a nosotros la memoria.