Qué fácil
en una tarde de julio
sobre el asfalto plano
caliente y cotidiano
toparnos de improviso
en medio de un semáforo
y decirnos
-perdón
-no ha sido nada
y seguir cada uno con sus pasos
Pero en el espacio mío
en el tiempo tuyo
en el laberinto de todas nuestras vidas
¿Cómo hicimos
para trenzar el hilo de nuestras miradas?
¿Cómo llegaron a cruzarse
nuestras palabras justas
en el silencio exacto?
¿Cómo llegamos a inventarnos
aquel gesto de bocas y de labios
que nos paró
tan en el centro de todos los deseos?
Sobre el océano plano y ondulado
hay un millón de barcos deambulando
y un náufrago
que morirá solo y empapado
ajeno al milagro
de aquel beso
viernes, 11 de febrero de 2011
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Sería en un instante de inspiración o en un siglo de acercamientos.
ResponderEliminarEl náufrago es un símbolo de nuestras vidas, él tan solo y tan ajeno a la suya propia.
Un texto excelente, amigo.
"...un instante de inspiración o un siglo de acercamientos."
ResponderEliminarSin duda; qué sería de lo uno sin lo otro.
Un abrazo, Juanjo.