No eres la soledad en el desierto
ni el surco que quedó de la riada
no
ni el polvo seco,
ni el tomillo, ni la grama, no
ni la necesidad, ni el desconcierto
ni siquiera paisaje,
no has sido nunca nada de eso,
ni sed, ni manantial, ni torrentera.
Huele más a promesa tu silencio:
agua que espera.
Precioso.He llegado por aquí de casualidad, y, la verdad me alegro de haber dado con tu espacio.Volveré a visitarte.
ResponderEliminarUn saludo.
Esperar también es insistir...
ResponderEliminarGracias, Irene. Cuando quieras, siempre está tendido el puente de este barco.
ResponderEliminarTienes Razón, Almudena. Esperar también es insistir. Sin agua, no existe la sed. In-sistir, Ex-sistir... extraños juegos de palabras que nos encierran ¿no?