Tarde o temprano se apaga esa llama que somos: luz diminuta capaz de iluminar la oscuridad del universo.
Se apaga la llama y precisa que todos la soplemos; nada ocurre sin la bendición de todos.
Aliento por aliento.
Gratitud inmensa.
Milagro que abarca la luz y las tinieblas.
Otra luz se enciende a lo lejos.
Tenemos la obligación de seguir brillando; un poco más, ahora que soplamos con amor y angustia la llama que encendió la lámpara que aún arde en nuestro pecho.
Aliento por aliento.
Gratitud inmensa.
Con estas palabras, seguro que la llama dura más.
ResponderEliminarIntentará dar más luz, al menos.
ResponderEliminarGracias, Juanjo