jueves, 3 de noviembre de 2011

En momentos
me veo cimbreando
(fuego pequeño yo,
llama de vela)
hablándole a las sombras
que me asienten.
Me lo contesto todo,
acierto adivinanzas,
canto tangos
y hechizo las maromas como a cobras.
Todos los muertos que soy
acuden al monólogo encantados,
todos sonríen,
me roban la palabra
y comentan a coro:
eso es así, está muy claro.
Gracias a Dios, la oscuridad
termina siempre tirando de la mecha
y voy hundiéndome,
como Jonás,
en un sueño de esperma de ballena.

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