lunes, 28 de mayo de 2012

Laberintos



El laberinto más simple es el camino recto que nos lleva hasta el centro. Su regla es la distancia: casi siempre más larga que nuestro propio tiempo.

El laberinto más complejo es ese que cambia constante y eternamente; y en él, tarde o temprano, nosotros seremos el centro. Su regla es el tiempo: mucho más, siempre, que el que hay en nuestros pasos.

Quien puede imaginar su centro tiene la llave de la inmortalidad.

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