jueves, 21 de marzo de 2013

Física aplicada

Fotografía: Robert Doisneau


Suponiendo que un hombre, una mujer

parten de puntos divergentes, dispersos en un plano,

lugares que se ignoran entre sí,

y a la velocidad del entusiasmo

emprenden la aventura, se ponen en camino,

van por ahí remando en aguas turbias,

van por ahí escuchando el vasto germinar de las semillas,

al acecho, en sigilo, ahuecando la tierra a la esperanza,

suponiendo que trazan trayectorias de curso irregular,

cada cual a su amor, virando al viento,

quebradas trayectorias cuyo sentido puede

al mínimo temblor girar hacia el vacío,

suponiendo el afán, la búsqueda, la sed,

el ensueño del goce, la ilusión y la ausencia,

calculemos, a golpe de intuición,

cuántas veces tendrán las trayectorias

que cruzarse en el brillo de unos ojos,

unos labios que invitan, unas manos que asienten,

para incendiarse a un tiempo, hombre y mujer, sembrar la tierra

de llamas como ráfagas de lluvia.




- Eduardo García: La vida nueva. Madrid, Visor, 2008

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