No sabría decir
-así, en pie-
si todas las heridas duelen igual
o si el dolor depende
de la mano
o el filo.
Tendrían que herirme
al mismo tiempo
por tres de mis puntos cardinales
y atento yo
en el sur
medir mi muerte.
Ya no recuerdo
si todas las heridas son iguales
o juegan a ser nubes
necrosadas y pálidas
extendidas al cielo
de una piel desgastada.
Pero puedo decir
-aquí de pie,
a solas
y en el silencio-
que todas las cicatrices
responden a la vez
al mismo nombre.
Suele pasar, Andreas, suele pasar.
ResponderEliminarMuy bello, el poema.
Un abrazo.