viernes, 8 de julio de 2011

Presagio

Me llamó para quedar, un martes, de improviso:
-Cenamos juntos y charlamos -me dijo.
Llegué al restaurante ya sin apetito. No me hizo falta mirar la fecha en el calendario, siempre es así. Esas cosas se dejan siempre para el postre.

3 comentarios:

  1. Todo lo trascendente se deja para el postre, lo bueno y lo malo, como si necesitáramos los dos platos anteriores para digerir lo que viene al final.

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  2. ...o como si temiéramos que se nos atragante el resto.

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